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NOTAS
Los chicos tienen que ser los príncipes, no los reyes
Cuando los límites se corren


En esta cultura actual hay un cambio de modelo: el padre que imponía límites y castigos arbitrariamente, ha caducado, ahora el centro es el niño que determina la vida de los padres cuando su capacidad psíquica no le permite tomar estas decisiones, sino que los adultos deben tomarlas.

Hoy existe una confusión, se cree que un chico es más creativo e inteligente cuanto más libre es, y que para que lo sea hay que dejarlo hacer lo que quiere. Pero después, cuando no cumple con los parámetros de los papás, surgen las dificultades.

Tomémonos un tiempo para pensar quién es el niño y quién es el padre y cuáles son sus roles. Cada vez vemos más casos de problemas de conducta derivados del desencuentro entre papás e hijos”... Vivimos apurados, tapamos culpas y nos cuesta cada vez más hablar. Todo eso repercute en los chicos.

“No voy más al supermercado con Alex. Se ha llegado a tirar en el piso porque quiere que le compre tal o cuál juguete. Lo peor es que después juega un rato y se olvida de que lo tiene”,

Frente a este tipo de conflicto con los hijos, los papás pierden sus propios límites y su enojo los desborda, el chirlo, el grito el zamarreo, es el fracaso de la autoridad y se corre la asimetría necesaria entre un padre y su hijo. Un padre no debe pegarle a su hijo porque el niño no puede defenderse.

¿Cómo poner un límite en niños pequeños? El límite en los niños es corporal, lo que no significa pegarle, sino tomarlo de la mano y sostener con el cuerpo el “no”. Hay que aceptar el enojo del niño, porque el límite primero enoja pero después tranquiliza.

La aceptación y el por qué de los límites no se logra de un día para el otro, sino a fuerza de repetición, de coherencia y de sostener, que es la tarea más difícil que como adulta debemos cumplir, cuando les decimos que no y después viene el berrinche se juega el qué dirán, entonces los niños -que son muy hábiles- lo hacen en presencia de otros, el padre siente vergüenza y cede. Pero hay que preguntarse qué necesita el chico en ese momento y entender que aguantar un berrinche no es darle lo que quiere sino acompañarlo a soportar la frustración.

¿Qué pasó cinco minutos antes del berrinche? Tal vez el chico no soporta más una situación en la que lo pusimos el adulto sin anticipar que se iba a cansar, largas colas, horas de esperas, como dicen ellos:- salidas de grandes.
Si el chico sabe que lo que está haciendo no está bien, no se va a llegar a un extremo, hagámonos responsables de la crianza, preguntémonos qué hay de mí en esto, qué me pasa a mí con este hijo, qué quiero hacer yo en este momento, si puedo escuchar esto y reconocer que su reclamo es genuino.

Un chico que está por hacer algo que sabe que no puede, mira de reojo y espera que lo paren, porque si no se siente muy solo: si son los reyes no tiene a nadie por encima, están muy solos, los chicos tienen que ser los príncipes, no los reyes.

VICE DIRECTORA PROF. MARIANA CAPUTO

Fuente: Lic. Alejandra Libenson, psicóloga y psicopedagoga, especialista en crianzas y vínculos.-


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